Buenos Aires votó distinto: signos de época desde la capital

Lunes 19 de mayo de 2025. Hoy es otro día significativo para «el liberalismo popular de Javier Milei». Ayer, domingo 18, se celebraron elecciones legislativas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y el «(¿batacazo?)» lo dio Manuel Adorni, actual vocero presidencial y una de las figuras con mayor exposición pública dentro de La Libertad Avanza (LLA).

Claro que es imprescindible contextualizar los resultados: la participación electoral fue la más baja desde su autonomía en 1996. Históricamente, la participación en elecciones generales en CABA ha oscilado entre el 69 y el 85%, con un promedio cercano al 77%. Por lo tanto, la cifra de 53,3% representa una disminución significativa respecto a los niveles habituales.

Esta caída pronunciada puede interpretarse de varias formas, siendo la más visible el desencanto o la apatía ciudadana, profundizada por un clima generalizado de fatiga política y desinformación. A pesar de vivir en la era de la hiperconectividad, mucha gente sigue sin saber qué se vota o cuándo, especialmente cuando proliferan los calendarios “desdoblados”.

La apatía tiene causas múltiples. Sin duda, la clase política —y el amplio “círculo rojo” que la rodea— ha contribuido al desgaste. Pero pese a ese marco, La Libertad Avanza se consolidó como la fuerza más votada, obteniendo un 30,13% de los votos válidos, lo que equivale a aproximadamente 495.000 sufragios. La lista encabezada por Adorni superó ampliamente las proyecciones de casi todas las encuestadoras, y desplazó al peronismo, que con 449.444 votos (27,35%), quedó en segundo lugar, seguido por el PRO, con un 15,92% estimado (cerca de 261.000 votos).

Este resultado no solo implica un avance en lo electoral, sino también un golpe simbólico a la otrora fuerza dominante en la ciudad: el PRO, principal motor de la coalición Juntos por el Cambio, que gobernó CABA durante más de 15 años. En 2023 LLA le asestó un golpe mortal a Cambiemos; y en 2025, el golpe fue directo al corazón del macrismo.

El resultado se “nacionalizó” desde el inicio. Buenos Aires sigue siendo el epicentro político y mediático del país. Y fue allí donde Adorni, contra todo pronóstico, logró encabezar la boleta más votada, afianzando al partido libertario como fuerza relevante en la Legislatura porteña. La nueva conformación le otorga a LLA 13 bancas, mientras que el peronismo alcanza 20 escaños, consolidándose como la primera minoría legislativa.

Aunque no ganó la elección, el peronismo mantiene su caudal estructural en la ciudad. Desde dentro de ese espacio, algunos señalan a la candidaturas de Kim (en respaldo de Moreno) como responsable de la fragmentación, que restó puntos clave en la contienda.

Un dato no menor del triunfo libertario es el cambio en la distribución del voto. A diferencia de 2021, cuando Milei tuvo un fuerte desempeño en barrios populares, en esta elección Adorni perdió terreno en algunas zonas vulnerables donde, por ejemplo, Santoro fue el más votado. En contrapartida, ganó apoyo en los sectores de mayor poder adquisitivo, tradicionalmente alineados con el PRO. Este corrimiento de base electoral sugiere que el discurso y el programa libertario —pese al ajuste que lleva más de 15 meses— sigue interpelando a capas medias-altas urbanas.

De cara a las elecciones legislativas nacionales de octubre, este resultado anticipa una tendencia que podría consolidarse. Sin caer en proyecciones temerarias, sí es legítimo sostener que La Libertad Avanza puede sorprender nuevamente, como lo hizo en 2021 y 2023. También es probable que haya un corrimiento de figuras del PRO hacia LLA, en busca de conservar espacios de poder ante el derrumbe del sello macrista. Ese trasvase podría robustecer la gobernabilidad del oficialismo, y dotarlo de mayor “músculo político” institucional.

Finalmente, el triunfo de Manuel Adorni reconfigura el tablero porteño y revitaliza al oficialismo tras meses de gestión bajo condiciones económicas muy exigentes. Si bien el gobierno enfrenta tensiones sociales derivadas del ajuste, también muestra señales de estabilización macroeconómica que comienzan a ser capitalizadas políticamente. Más allá de sus implicancias locales, el resultado sirve como termómetro anticipado del clima nacional. Octubre está lejos, pero el escenario ya no es el mismo.


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