Por Brais Rodríguez.

Desde el inicio del conflicto ruso-ucraniano en 2013 se ha repetido hasta la extenuación por parte de medios occidentales que Ucrania renunció a sus armas nucleares de forma voluntaria con el fin de garantizar su seguridad e independencia además de garantizar la paz mundial en una región (ex-URSS) extremadamente turbulenta por la década de 1990.
¿Pero por qué un país renunciaría a sus armas estratégicas?
¿Realmente Ucrania renunció de forma voluntaria a sus armas nucleares? o siquiera ¿Realmente Ucrania tenía armas nucleares bajo su control?
A todas estas preguntas daremos respuesta en este artículo, pero debemos ir por partes.

Imagen de la firma del “Memorándum de Budapest” el 5 de diciembre de 1994 por parte de Rusia (Boris Yeltsin), EE. UU. (Bill Clinton), Ucrania (Leonid Kuchma) y Reino Unido (John Major).
Fuente: National Archive Security
GASTO ECONÓMICO
El primer motivo por el cual Ucrania renunció a su arsenal nuclear fue el costo económico. Así lo expresó ante la Rada, por ejemplo, el primer ministro ucraniano Leonid Kuchma en 1992.
El colapso de la URSS dejó a las ex repúblicas soviéticas con poco o nada a lo que aferrarse: los países tuvieron que empezar desde cero en todos los ámbitos y adaptarse rápido a una economía de libre mercado que avanzaba más veloz que las reformas políticas e institucionales de muchos de ellos, incluida Ucrania. Era tiempo de buscar comida y refugio, no de gastar millones en armamento nuclear.
¿REALMENTE EL ARMAMENTO NUCLEAR ERA 100 % UCRANIANO?
Aquí la respuesta es sí y no al mismo tiempo. Ucrania albergaba en su territorio (fronteras de 1991) en torno a 5.000 armas nucleares, nada mal para un país más pequeño que el Estado de Texas, pero la realidad es que ese armamento era de la URSS y, por lo tanto, los códigos de control de esas armas no estaban en Kiev sino que, de facto, seguían en manos del Kremlin, ahora dirigido por Boris Yeltsin.
Así que la recién independizada Ucrania se encontró de la noche a la mañana con miles de armas atómicas en su territorio sobre las cuales no tenía control.
LA PRESIÓN RUSA
Tras el colapso de la URSS, la Federación Rusa quedó como heredera del difunto Estado para lo bueno y para lo malo.
Rusia heredó el asiento permanente de la URSS en el Consejo de Seguridad de la ONU, pero también una parte importante de la deuda de las ex repúblicas soviéticas. Por ello, Yeltsin reclamó también todo el arsenal nuclear de la URSS que había quedado fuera de Rusia. Una vez recuperado, ese arsenal sería destruido.
MIEDO EN LA POBLACIÓN
El accidente en la central nuclear de Chernóbil en 1986 hizo que muchos ucranianos vieran el arsenal nuclear de la extinta URSS más como un peligro que como una garantía de seguridad, por lo que hubo cierto clamor popular para retirar ese tipo de armas del territorio ucraniano.
EE. UU. Y LA SEGURIDAD MUNDIAL
Curiosamente, uno de los principales impulsores de la desnuclearización de Ucrania fueron los Estados Unidos de Bill Clinton. EE. UU. siempre ha sido muy reticente a que cualquier país fuera del llamado “Club Nuclear” se hiciera con armas de este tipo. Además, Ucrania por aquel entonces era un país por construir: en muchos aspectos las autoridades de Kiev no controlaban al 100 % lo que pasaba en determinadas áreas del Estado.
Véase, por ejemplo, la película El señor de la guerra de Nicholas Cage, donde, tras el colapso de la URSS, muchas armas del entonces Ejército Rojo desaparecieron de almacenes militares para aparecer después en conflictos en Sudamérica, el sudeste asiático y especialmente en el continente africano.
“Si eso pasa con las AK-47, también puede ocurrir con las armas nucleares”, debieron pensar en Washington. Por lo tanto, decidieron apoyar la reclamación del Kremlin con el fin de evitar que ese armamento cayera en manos equivocadas, aprovechando el absoluto caos que se vivía en Ucrania en los 1990.
Y así fue como Ucrania, en diciembre de 1994, firmó junto a Rusia, Reino Unido y EE. UU. el famoso Memorándum de Budapest, un acuerdo que acabó con el sueño (o pesadilla) nuclear de Ucrania.
¿UN BUEN ACUERDO?
A la vista de lo sucedido, podemos decir que el Memorándum de Budapest no fue un buen acuerdo. Las garantías que se dieron a Ucrania nunca fueron concretadas y expertos en geopolítica y derecho internacional aseguran (según la BBC) que fue más bien un acuerdo de buenas intenciones que un acuerdo real de seguridad.
A favor del Memorándum de Budapest también cabe señalar que no es el único culpable de esta situación. La guerra en Ucrania podría haberse evitado de muchas maneras: la expansión de la OTAN hacia las fronteras rusas cuando se prometió no hacerlo, el uso del gas como arma por parte de Rusia y la corrupción de la oligarquía ucraniana, entre otras muchas cosas, allanaron el camino para que Rusia y Ucrania se encaminen hacia su cuarto año de guerra abierta.
📌 Artículo de Brais Rodríguez publicado en Internacionalizarse. Las ideas expresadas son responsabilidad exclusiva del autor.

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